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domingo, 17 de junio de 2012

POESÍAS ESCOGIDAS


                                                    HOMENAJE A LAS LETRAS SALVADOREÑAS.


         HAZME SUAVE EL INSTANTE.

Hazme suave el instante. Mañana, esta noche tal vez, he de partir y será para no volver….,  para ya no volver jamás….jamás.

Pasarán milenios y edades y eternidades, y yo no volveré.
Rodaremos de mundo en mundo por toda la inmensidad de los cielos y no volveremos a encontrarnos. Y aún si nos encontráramos aquí mismo una y otra vez, no sabrás quien soy yo, ni yo te reconoceré.

Porque solo se encuentran los que se compenetran, los que vencieron la barrera de la separación, los que se adivinaron y se sacrificaron, uno en aras del otro, los miles egoísmos del ser.

Por eso, hazme suave el instante; porque una vez muera, una vez la primera palada de tierra caiga sobre  mi féretro, ya de nada servirá que me llores y que te lamentes de no haberme endulzado el amargo vivir.

Ahora, ahora que vivo o padezco, todo es hiel o miel para mi alma. Una sonrisa, una palabra, una mirada, un simple gesto cordial es medicina y alivio para mi atribulado corazón. Después ya perdido en las tinieblas del sepulcro, nada me servirá.

Ahora me puedes dar amor. Después solo palabras vanas y lágrimas tardías. Por eso hazme suave el instante, hazme suave el instante, si es que sientes deseos de endulzarme el amargo vivir.

Después, ¿Qué?... ¿Que haré yo con tus negros vestidos y tu semblante contristado? ¿De que me servirá que suspires y descubras en mí cien virtudes y gracias que antes no conociste? ¿De que servirá que enaltezcas mi nombre y te abismes en la contemplación de mí ser?

¿Fui bueno, malo, cariñoso, áspero, cordial o incomprensivo? Fui….ya no soy….Ahora soy, nomás una sombra, un nombre, nada. Ahora, que me recuerdes o me olvides, es igual, y todos tus lamentos los cambiaría yo por una sola suavidad que me hicieras cuando yo aún existía.

Por eso, hazme suave el instante, este instante que es la realidad, la sola y accesible realidad.

Si nos separamos sin fundirnos, ya nunca más nos hallaremos. Porque tendremos que aprender una lección distinta de la vida. El destino arrastrará a cada uno a expiar y aprender la lección que no se logró aprender y la culpa que no se alcanzara a expiar. Un huracán dispersará nuestras almas, y un foso inmenso dividirá nuestras vidas.

Acaso andaremos el uno junto al otro, sin sospechar que un tiempo nos amamos, o creímos amarnos. Y por no haber sabido amarnos, porque todo no era sino egoísmo y vanidad andaremos extraños el uno junto al otro. Y ya nunca sabremos quien es ni adonde fue aquel a quien no supimos amar.

Por eso, hazme suave el instante, este instante, este único instante en que tu corazón puede aislarme de la eternidad.

                        Si hazme suave el instante…

         Alberto Masferrer. (Salvadoreño, 1868-1932)



Vicente Alberto Masferrer Mónico.
Fue maestro, filosofo, periodista, ensayista, poeta y político salvadoreño nacido el 24 de julio de 1868 en Alegria; Usulutan, en la región oriental de El Salvador y fallecido en el exilio el 4 de septiembre de 1932 en Tegucigalpa, Honduras. Escritor que marca con sus letras toda una época de la literatura salvadoreña a través de la definición de su pensamiento inclinado a la defensa de los más desposeídos y de denuncia social.
Su educación fue autodidáctica en combinación con educación formal. Su gusto por la lectura le llevó a escoger la docencia como carrera. Al respecto, Arturo Ambrogi  expresaba: "Pocas veces he visto un lector tan tremendo como Alberto".
Entre 1928 y 1930 fundó y dirigió el periódico Patria, en el cual hacía denuncia social y abogaba por la justicia para con los más necesitados en el marco de la pobreza generalizada del país. Trabajó periódicos y revistas nacionales e internacionales, fue redactor de los diarios El Chileno y El Mercurio de Santiago de Chile; el semanario La Reforma, diario Los obreros unidos; en las revistas La República de CentroaméricaActualidadesBibliográfica Científico-LiterariaEl Simiente y otros.
Inició su carrera política al ser nombrado cónsul de El Salvador en Argentina (1901), Chile (1902), Costa Rica (1907) y Bélgica (1910), así como en la Corte Internacional de Justicia en 1912; además se desempeñó como archivero de la contaduría mayor de la nación, redactor y director del Diario Oficial (1892), Secretario del Instituto Nacional (1890) y Asesor del Ministerio de Instrucción Pública (1916). Bajo la premisa fundamental de la lucha pacífica por los derechos de cada individuo, se convirtió en el ideólogo y director de la campaña política que en 1930 llevó a la presidencia al ingeniero Arturo Araujo. Ese mismo año fue electo como diputado nacional, y se separó políticamente del presidente y de sus posturas.
Ejerció la docencia en Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Chile y Argentina, siendo bautizado como "maestro y director de multitudes" por Claudia Lars.
Como escritor, su obra se caracterizó fundamentalmente por tratar temas sociales, exigiendo un mínimo de derechos para cada persona, dignificando al ser humano a través del uso de palabras fundamentalmente duras, polemizando sobre las costumbres socialmente aceptadas. 
Su estilo literario es de primera categoría. Los críticos han negado que Masferrer fuera un poeta, aunque incluyera algunos poemas en su libro “El Rosal Deshojado” y en publicaciones de su época. Pero el poema Blasón es reconocido como un bello poema.
Entre sus obras encontramos:¿Qué debemos saber?, El mínimum vital, Las siete cuerdas de la lira, Ensayo sobre el destino, El dinero maldito, El libro de la vida, Estudios y figuraciones sobre la vida de Jesús, La misión de América y Una vida en el cine.

Ningún intelectual salvadoreño ha despertado tantas opiniones y de distintos juicios como Alberto Masferrer, el creador del vitalismo.

Fue el pensador que quiso vivir con lo mínimo


lunes, 4 de junio de 2012

QUISIERA.


                                                                                                     
                                                                                                                           QUISIERA.
Quisiera  sumergirme  en el estanque de tu vida,
Y navegar en tus sueños e ilusiones,
Ser  la fuente y manantial de tus pasiones,
Y empaparte  de innumerables sensaciones.
 Quisiera ser el sol de la mañana,
Que penetra por el cristal de tu ventana,
Despertarte con la tibieza de mis rayos,
Y acariciarte toda sin ambages ni ropajes.

Quisiera  recorrer tus labios lentamente,
Y embriagarme con el néctar de tu boca.
Deleitarme con la dulzura de tu aroma,
Y extasiarme  con la miel de tus entrañas.

Quisiera ser la luna que deambula por las noches,
 Para arrullar tus alegrías y tristezas,
Ser el confidente de tus  ocultas emociones,
Y satisfacer tus ansias  y deseos  insatisfechos.

Quisiera ser  la seda que acaricia cada noche,
Tus  dunas, montes y  praderas,
 Deslizarme entre los senderos y caminos de tu cuerpo,
Y robarme el tesoro oculto en tu  follaje.

Quisiera  atrapar el sol,  la luna y las estrellas,
Para hacer una diadema que corone tu belleza,
Ofrecerte del cielo toda su realeza,
Ser tú vasallo y tu,  mi dulce princesa.


 Chogüi