ATARDECER.
La tarde empieza a declinar,
Pinceladas de luces, sombras y colores,
Se matizan en el lienzo celestial,
Como regalo de una tarde otoñal.
El astro rey se repliega al borde de la inmensidad,
Y con disimulada cortesía y caballerosidad,
Cede su lugar en el trono universal,
A la plateada luna que irradia belleza y serenidad.
Los pájaros con gran afán,
Después de su diario peregrinar,
Buscan entre vuelo y trinar,
Donde la noche puedan pasar.
Danzarinas, coquetas y veleidosas,
Oscilan inquietas las ramas de la arboleda,
Como si fueran una verde marea cadenciosa,
Impulsada por la brisa vespertina y silenciosa.
Caen las hojas marchitas por el tiempo,
Bosquejando figuras invisibles en el aire,
Al compas del susurro melancólico del viento,
Ya no se si es alegría o nostalgia lo que siento.
Se respira mucha paz y tranquilidad,
En este improvisado paraíso terrenal,
Maravillado contemplo esta belleza natural
Sentado en una banca del viejo parque vecinal.
Chogüi