EL RÍO
En los
costados del serpenteante río,
Entre fatiga y sudor que
simula rocío,
El hombre trabaja el
campo y desgrana el trigo,
Como Incansable
espartano que derrocha brío.
Mientras, silencioso
sigue el río su camino,
Y al pasar por el recodo
y su arboleda,
Gira incesante la
incansable rueda,
Haciendo vibrar al
solitario y vetusto molino.
Trépida el agua lenta
camina,
Mueve la rueda y surge
la harina,
Como laboriosas hormigas
los molenderos,
Llevan el preciado polvo
a los graneros.
La ardua y noble tarea,
Termina al ocaso del sol
poniente,
Y la luna sutil se hace
presente,
Cobijando con su
radiante manto a la cansada aldea.