EL
VIENTO.
Deambula
todo el tiempo sin pausa ni cesar,
No
se detiene en su constante y zigzagueante trajinar,
Caracolea
la espuma tal cual cabellera del ancho
mar,
Y
abraza la lengua del fuego sin su cuerpo quemar.
Volar
y volar es su juego y su destino,
Endulzar
su cuerpo con la fragancia de los pinares,
Coquetear con las olas de los siete mares,
Y
hasta bailotear con el polvo en el sinuoso
camino.
Danza con la nube,
Con
la cual baja y sube,
Como
si fuera un jinete,
Que
galopa un indomito barrilete.
Se
deleita al revolotear tus ondulantes rizos,
Y colocar
una diadema en tu cabellera rubia,
Hecha
con gotitas de cristalina lluvia,
Y
brillantes de piedras de granizos.
En
los bosques gime y llora
Con
un melancólico lamento,
Y
es entonces que yo siento,
Como
acaricia mi rostro el caprichoso viento.
Chogüi